miércoles, 21 de julio de 2010

Hemorragia, Falsa. Riesgo de... Paro.


Hay millones de cuestiones sin resolver.
El beso en la mejilla.
El pestañeo antes de la verdad.
La caricia sin sonrisa.
...

Hay espacio entre los dos, sin quererlo yo.
Y la hora no es la habitual.
El helado no es tu preferido, y es que parece que quieras provocar que mi cara no sea lo único amargo que te sepa de este día tan intratable. Que has provocado tu.
O usted.

El tuteo ya no es el mismo, te diriges a mi con pasados y actos reflejos.
Y pesas cada sonrisa o culpabilidad contra plumas de juicios cortos.
Cuando sabíamos arreglar el sobrepeso con un beso, o dos. O un espacio de tiempo, indefinidamente corto.

O largo.



... Da igual.
Hemos terminado.
Y me veo caminando donde me perdí y me he encontrado. Sentado.
Nunca supe adivinar cómo es posible que un hombre, sepa caminar, con el corazón partido en dos. O en tres.
Soluciones ninguna, varios remedios caseros, entre hierbas o infusiones. Tengo que encontrar el brebaje que solucione este latido cojo de una válvula y sordo de oxígeno.

Demasiado ruido y yo sin respirar.
Tanto camino y yo con arritmia.

Esto no hay quién lo oxigene, esto no hay quien lo acompase.
...




Es curioso.
Aún tengo la servilleta de aquel restaurante.
Caro.
Remediablemente silencioso.
Y insignificantemente sabroso.

Con tu sonrisa como entremés y mis ganas como primer plato.
Hacerte mirarme y acabar con el postre.
Que fuese ese nuestra meta y que el helado corto y barato (más que amargo era falso), nos vea agachar la cabeza, es incoherente.

Dame una cena más.
Y acaba conmigo, como empezaste aquel verano famoso.
Que ganamos la delicia de conocernos y comenzar, con algo más que real, vital.






Y si no lo fue para los dos... al menos para mí.
...





Nunca supe adivinar (y creo que ese fue mi error), cómo es posible que un hombre, sepa caminar, con el corazón partido en dos. O en tres. Hasta hoy.
Veo gente rota, en dos o en tres. Sin saber caminar o rendir sobre este pedregoso asfalto barato y falso (¡como no!), y quejándose solo de quedarse sin ideas y no del dolor.
Dolor.
Y partido en dos.
...
Me hace pensar.
Porque no le invité a cenar, cada luna llena. Y sembrarla de esperanza con la misma sonrisa y entremés... que nos prometimos... antes del café.












Quizás porque pagaba yo. O no.













Angel Bueno.


Hay quién espera que la estrella, sea fugaz ella sola y que sea justo cuando se mire.
Y nunca nos hemos preguntado que pensaría ella si supiera que somos tan caprichosos con su destino cuando la miramos fijamente a los ojos.
Creo yo, que se enfadaría y rompería a llorar.
Y caerían falsas estrellas a la vez, alrededor del cielo que las inunda.
...

Que nosotros encima nos creamos que hemos tenido suerte y obliguemos a las lágrimas a concedernos deseos, es un poco egoísta y...
os dejo que completéis el último adjetivo).

Es curioso como educamos con ironía a nuestros entorno, haciendo creer que el cielo rueda alrededor nuestro y que somos el gran engranaje que mueve este mundo tan insólito.
Y es curioso también como extrapolamos esto al amor.
...
Cuando nos enamoramos, clavamos con fuego y a golpe de besos y sexo, nuestras intenciones. Claros cometidos y enfados que redondean nuestro carácter y territorio.

Y que con el tiempo... pulen la pareja.
Esa otra mitad de ti, que da vueltas alrededor de tu pecho.
Y que gobiernas con derechos y obligaciones como si de territorio ajeno se tratase.


Es curioso como educamos con ironía nuestro entorno, y hacemos creer que estamos enamorados a la otra persona, cuando lo cierto es que necesitamos enamorarnos de esta. Y que todo pare de girar.
Y que sepamos formar parte y no ser la parte que forma.
Que da forma.


... Es extraño.
Que no sepamos dar el espacio, para amar a la persona que hemos elegido para que esta sea la que és, y así, completar el espacio que falta en tu vida con el suyo y no invadiendolo para hacerlo tuyo o... de los dos.




Es extraño el amor.
Son curiosas las estrellas y los deseos.
Son raras las verdades y doloroso es escucharlas.
Triste es darse cuenta de un error, pero peor aún darse cuenta tarde.
...
Me gustan las guerras perdidas porque dan lecciones...
Pero odio las heridas, que sangran para llamar la atención, porque no nos vamos a morir desangrados por ellas.
Eso sí, es una gran lección.
Disfrutar de las estrellas...

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